Paisano elegante. Buenos Aires. Circa 1908.

Fotografía vintage. Copia a la gelatina de plata: 10,3 x 7,8 cm. Tono sepia. La cartulina gris impresa como soporte secundario -de 15,8 x 10,1 cm- lleva una leyenda al frente: "Recuerdo del Paseo - Jardín Zoológico - Buenos Aires". Obra en buen estado de conservación.

Fue Domingo F. Sarmiento quien proyectó la creación de un necesario zoológico para la pujante ciudad de Buenos Aires. Finalmente hacia 1888 abrió sus puertas bajo la competente dirección del naturalista Eduardo Ladislao Holmberg (1852-1937) pero, su mayor impulso lo obtuvo durante la administración del italiano Clemente Onelli (1864-1924), cuyas estrategias de promoción multiplicaron por diez los visitantes, ansiosos por conocer los 2.500 exóticos animales de 315 especies diferentes y los creativos pabellones de animales distribuidos en la antigua propiedad de Don Juan Manuel de Rosas.

De los numerosos fotógrafos "minuteros" o "chasiretes" -como se los conocía popularmente-  instalados en plazas, parques y hasta el puerto de la ciudad; el del zoológico entregaba los retratos montados en atractivas cartulinas con la leyenda turística impresa: "Recuerdo del Paseo - Jardín Zoológico - Buenos Aires".

Durante los 20 años al frente de esta magnífica atracción, el científico, naturalista, conservacionista, explorador, zoólogo, botánico, explorador, paleontólogo y escritor Clemente Onelli, convirtió a este organizado hogar de animales salvajes en un atractivo paseo para todas las edades y clases sociales, en especial de sus asombrados niños. Y fueron aquellos modestos fotógrafos de largos guardapolvos y gorra -en su mayoría inmigrantes europeos- quienes sacaron buen provecho económico de los visitantes, gracias a sus misteriosas cámaras-laboratorio de la cual surgían mágicos retratos obtenidos en tan solo cinco minutos.

Teniendo como fondo rural la jaula de las gallináceas, el orgulloso paisano posa de pié frente al trípode y con sus mejores prendas domingueras. Sombrero oscuro y ladeado, blanco pañuelo al cuello, largo poncho al hombro, rastra de cuero con sus brillantes monedas y como indumentaria principal, la camisa y el chiripa con floreados bordados. Por supuesto, las botas bien lustradas para esta especial ocasión. A más de un siglo nuestro paisano nos interroga sobre el país que queremos.

Abel Alexander

Presidente de la Sociedad Iberoamericana de Historia de la Fotografía