John Singer Sargent, de la Academia a la libertad expresiva *

En route pour la pêche (Camino a pescar), óleo de 1878 conservado en la National Gallery of Art de Washington.



Clavel, lirio, lirio, rosa, óleo de 1885 en la Tate Gallery de Londres.



Madame Errázuriz en uno de los retratos pintados por Sargent entre 1883 y 1884.



Lady Agnew of Lochnaw, retrato al óleo pintado por John Singer Sargent en 1892, de 127 x 101 cms, y conservado en la Scottish National Gallery de Edimburgo.



Retrato del Doctor Samuel Jean Pozzi en casa, óleo de 1881.



The Façade of La Salute, Venice. Acuarela, gouache y lápiz, sobre cartón. 36,8 x 54 cm. La obra del récord. Fotografía: Gentileza Christie´s.



Sonia Decker


Directora de CONSULTART/dgb, consultora con más de treinta años de actuación en el mercado de arte local. 


Licenciada en Publicidad (USAL). 


Fue Perito judicial en Arte, y Profesora de “Mercado del Arte” en las Universidades del Salvador y del Museo Social Argentino.


Integró el grupo fundacional del Museo de Arte Tigre, teniendo a su cargo la adquisición de las obras de su colección permanente.


Artista pintora, ha realizado sus últimas muestras individuales en las galerías VYP, Arroyo y Librería Menéndez.


Por Sonia Decker

De padres estadounidenses, John Singer Sargent (Florencia, Enero de 1856 - Londres, Abril de 1925) estudió en París y se radicó en forma definitiva en la capital del Reino Unido, si bien su vida se desarrolló en numerosos lugares del Viejo Continente. Su madre, Mary Singer, una aficionada a la pintura fue su principal apoyo en la elección y en la dirección de su carrera artística, estimulándolo permanentemente. Fue ella quien reconoció de inmediato su talento para el dibujo, y su padre Fitz William Sargent, cirujano y también un diestro dibujante, reconoció que su hijo era "todo un observador de la naturaleza".

 

Después de que su hermano mayor muriera a los dos años en Massachusetts, su madre, luego de atravesar una crisis nerviosa, decidió que la familia se radicara en París. Viajaban constantemente y estando Mary embarazada se detuvieron en Florencia debido a una epidemia de cólera y fue allí donde nació John en 1856. Llevaron una vida tranquila evitando actos sociales, y visitaban con frecuencia museos e iglesias dándole al joven una educación esmerada. En sus primeros cuadernos de dibujo sus padres detectaron su habilidad innata, y sobre todo la rapidez con la que ejecutaba sus trabajos. Creció hasta convertirse en un joven culto y cosmopolita, hablaba con facilidad francés, italiano y alemán. Demostraba tener una impronta algo tímida, aunque su temperamento era generoso y se caracterizaba por ser un hombre resuelto en sus propósitos.

 

En 1874 ingresa en París al taller de Carolus Duran, joven retratista francés reconocido por su método moderno de aprendizaje. Su taller era “progresista”, y no compartía la enseñanza académica tradicional que proponía un dibujo muy cuidadoso de base. Se trabajaba directamente con el óleo sobre el lienzo, técnica que requería una destreza superior a la tarea de delinear previamente con el lápiz o la sepia. Rápidamente se convirtió en el “estudiante estrella” y el conocimiento de su perfecto francés lo llevó a trabar una sólida amistad con el retratista de moda Paul Cesar Helleu. Gracias a él pudo conocer a artistas de la talla de Monet, Degas, Rodin y Whistler entre otros.

 

Desde ese momento, comenzó a volcarse a la pintura de paisajes y a adentrarse en el mundo del retrato. Descubre que su talento para captar el aspecto físico del personaje y su entorno le resultaban fáciles y amables de realizar, le permitieron además exhibir sus obras en el Salón de París y se convirtieron al mismo tiempo en un excelente sustento que le permitía ganar dinero holgadamente. Sargent fue un soltero que se rodeó de familiares y amigos, y su don de gente lo llevó a retratar a muchos de ellos. Henry James, Eduardo VII de Inglaterra, Isabella Stewart Gardner y muchos otros fueron protagonistas de sus obras más preciadas.

 

En 1878 exhibe en el Salón de París “los Recolectores de ostras en Cancales”, obra que hoy pertenece a la colección de la National Gallery de Washington. Podríamos aseverar que es uno de los momentos fundacionales de su carrera artística. La impronta de Carolus Duran lo lleva a abrir las formas para lograr una pintura más suelta y vibrante, y esto se percibe claramente en esta magnífica pieza.

 

Después de abandonar el estudio de Carolus Duran, Sargent visitó España. Allí estudió la obra de Velázquez con absoluta pasión, y encantado con la música y el baile español pinta “El jaleo”, un espléndido cuadro pleno de movimiento donde la figura femenina parece volar con el ritmo de la música. En su brazo sinuoso e iluminado se centra toda la atención del espectador. La algarabía de los ritmos españoles, hace renacer en Sargent su fervor por la música. Se convertirá en fiel defensor de compositores modernos como Gabriel Fauré, y en varias ocasiones interrumpirá sus sesiones de retratos para tocar el piano con gran maestría.

 

A partir de 1880, Sargent no dejaba de recibir encargues para sus retratos. Su carrera estaba lanzada. Tenía contactos con personajes ilustres de la cultura, de la política y del mundo de los negocios. Fue un artista incansable que demostró tener siempre concentración, energía y una inagotable capacidad de trabajo. Contrariamente a otros de sus colegas contemporáneos, nunca tuvo ayudantes, él preparaba sus fondos, colocaba sus barnices, y poseía una destreza y una rapidez únicas que fueron perfeccionándose en pocos años. Todo ayudó a que su fama y su prestigio se expandieran con gran velocidad, lo que hizo que sus retratos se cotizaran en sumas más que considerables, que llegaron a un equivalente de 150.000 u$ en la actualidad.

 

En estos primeros años, realizó retratos de gran formato, principalmente de damas de alta alcurnia como Madame Edouard Pailleron, Madame Ramón Subercasseaux, Amalia Errázuriz, la esposa del Cónsul chileno en la capital francesa. En todos se revelan la individualidad y la personalidad de las retratadas, como lo es en el magnífico retrato de conjunto “Las hijas de Edward Darley Boit “(1882) donde juega con una composición sumamente audaz, y una perfecta iluminación. Uno de los trabajos más destacados de esta época es “La dama de la rosa”, bellísimo retrato de Charlotte Burckhardt con quien se cree que tuvo una relación amorosa.

 

John Singer Sargent, fotografía en su estudio de París, 1885.


Su obra más controvertida fue el “Retrato de Madame X” (Madame Pierre Goutreau, 1884). Sargent estaba embelesado con la refinada figura de la esposa del conocido banquero francés, y quiso desprenderse de sus retratos tradicionales absolutamente vinculados a la manera de Sorolla, de Zorn, o de Boldini, para realizar una obra distinta, que ni siquiera fuera considerada un encargo. El blanco azulado de la piel de la modelo que lograba gracias a polvos de arroz y de lavanda, lo llevó a mezclar en su paleta innumerables gamas de colores con los que logró finalmente, después de casi un año de trabajo, concretar la creación de esta extravagante figura de vestido negro aterciopelado que le costó innumerables críticas. Una sociedad acostumbrada a sus clásicos retratos realistas y de gran oficio y soltura, consideró que esta obra no merecía el más mínimo elogio, algo que lleva a Sargent, entre otras cosas, a tomar la decisión de radicarse definitivamente en Londres pensando en dedicarse a la música y a los negocios. Nadie consideró que era la imagen de una mujer moderna dibujada por un maestro en el arte del retrato. Sargent lo vende al Metropolitan Museum of Art recién en 1916.

 

Antes de establecerse en Londres en 1886, pinta el retrato del “Dr. Pozzi en casa”. Se observa la importancia que Sargent le otorga a la vestimenta, y en este caso en particular a las manos del reconocido cirujano. Todo el conjunto brilla en exquisitos matices de rojos, perfectamente colocados, donde se aprecian las texturas tanto de los ropajes como de la piel y la posibilidad de captar la fisonomía del retratado.

 

En un principio, la crítica británica no fue demasiado favorable a Sargent, pero sus vínculos sociales con personajes como Henry James y varios de sus amigos relevantes ayudaron a que se ganara la admiración de sus potenciales clientes.

 

No podemos decir que Sargent haya incursionado en el movimiento impresionista del que fue contemporáneo. En algún momento pudo haber utilizado alguna de sus técnicas, pero tuvo una versión propia del mismo.

 

En muy pocas ocasiones utilizó el recurso de la fotografía. Realizaba sus retratos del natural, trabajo que le llevaba entre ocho y diez sesiones, aunque solía captar el rostro del protagonista en la primera entrevista. Visitaba previamente a sus clientes luego de haber pactado minuciosamente el entorno en el que le gustaría pintarlos incluídos sus honorarios, elegía la vestimenta y el mobiliario manteniendo largas conversaciones con ellos lo que nos hace inferir que trabajaba sin lugar a dudas con modelo vivo. De la misma forma que lo hacía con sus paisajes al aire libre.

 

El primer gran éxito de Sargent en la Royal Academy llegó en 1887 cuando presenta “Clavel, lirio, lirio rosa”, un lienzo de gran tamaño pintado al aire libre que representa a dos niñas encendiendo linternas de papel en un jardín en Broadway, Worcestershire. La pieza fue adquirida de inmediato por la Tate Gallery.

 

En la década de 1890 Sargent realizó los retratos más importantes de su carrera. Se calcula que pintaba alrededor de catorce por año. Todos de gran tamaño, y de personajes muy relevantes. Tal vez uno de los más refinados sea el de Lady Agnew of Lochnaw, al que le sucedieron varios de Robert Louis Stevenson y su familia, Theodore Roosvelt, y el de Alice Vanderbilt Shepard, bisnieta de Cornelius Vanderbilt. Es importante destacar que la mayoría de estas obras soberbias se encuentran en propiedad de colecciones particulares o en los museos más importantes de los Estados Unidos y del Reino Unido.

 

Asher Wertheimer, un acaudalado marchand residente en Londres, le encomienda la realización de una docena de retratos de su familia, el mayor encargue de un único cliente que obtuvo Sargent. Wertheimer legó la mayor parte de estas obras a la National Gallery.


Alrededor de 1900 estaba en el cenit de su popularidad. Aunque aún era un hombre joven, comenzó a viajar y a dedicarle menos tiempo a la pintura de retratos. Es en este mismo año que pinta “Un interior en Venecia”, donde cuatro miembros de la familia Curtis aparecen en el interior del Palazzo Barbaro. La obra tuvo un éxito atronador.

 

En 1907 cierra oficialmente su estudio, pinta su autorretrato que se encuentra en la famosa colección de autorretratos de la Galería Uffizzi en Florencia, y si bien los museos seguían comprando sus obras, percibió que la crítica comenzaba a ser impiadosa con él. Declina el título de “Sir” ya que no quiere perder la ciudadanía norteamericana y viaja muy a menudo a los Estados Unidos. Las vanguardias como el futurismo y el cubismo lo trataban cada vez con más dureza, pero esto no alteró en lo más mínimo su postura contraria a la modernidad.

Sargent dedicó su vida a la pintura. Lo hacía desde la mañana hasta la noche. Sin descanso. Dejó innumerables retratos al lápiz, carbonilla, sepia a los que llamaba “Mugs”, y que realizaba mientras no trabajaba en alguno de sus encargos. Pero es en Venecia, donde influenciado por la magia de la Serenísima sus luces y sus reflejos, donde Sargent deja de ser el soberbio retratista de moda para convertirse en un artista casi diferente. Con la habilidad extrema del gran dibujante que siempre fue, capta con inmediatez los intensos colores de distintos rincones de esa mágica ciudad. Pintaba desde una góndola, buscando ángulos diferentes y retazos arquitectónicos que moldeaba dejando correr el agua y los pigmentos de sus acuarelas magistrales. Realizaba estas piezas con una fluidez gozosa y pareciera que retoma con ellas sus inclinaciones artísticas más tempranas: la naturaleza, la arquitectura, las gentes exóticas. Observar estas acuarelas es vivir con la luz del sol capturada en un trozo de papel transformado en un pequeño mundo brillante, donde sentimos en cada pincelada el fluir del agua de los canales y el inefable paso del tiempo.

 

La Calle della Rosa con el Monte di Pietà. Acuarela pintada en Venecia, circa 1904


Su primera exposición importante de acuarelas fue en la Galería Carfax de Londres en 1905. En 1909 exhibió ochenta y seis acuarelas en New York, y el Museo de Brooklyn compró ochenta y tres.

 

A su regreso a Inglaterra en 1918, Sargent fue contratado como artista de guerra por el Ministerio de Información pintando numerosas escenas de la Primera Guerra Mundial.


Participa activamente en distintas instituciones culturales y fallece de una afección cardiovascular en 1925 a los 69 años de edad. Está enterrado en el cementerio de Brookwood, cerca de Woking, en Surrey.

 

Luego de recorrer su vida, podemos concluir que es bastante frecuente que estos artistas talentosos, con un excelente oficio y muy relacionados, conocieron el éxito en vida y pudieron vivir de su pintura sin contratiempos. Tal fue el caso de Anthony Van Dyck o de Joaquin Sorolla entre muchos otros. Pero es interesante saber qué sucede en la actualidad con su mercado, y con la demanda del coleccionismo frente a la oferta de estas obras, consideradas ya sin duda como parte de la historia del arte.

 

En noviembre de 2022, fue vendida una pequeña acuarela de Sargent titulada "La fachada de la Salute“, en la casa de subastas Christie´s de New York, en 3.500.000 u$. La obra pertenecía a la Colección Wertheimer, el marchand que en su momento llevó los precios de Sargent a valores de mercado muy bien posicionados. Las acuarelas con temática veneciana no son solo las que aparecen con mayor frecuencia, sino las que siempre logran los mejores precios por más abocetadas o inacabadas que se presenten.

 

En 2018, la misma casa de subastas sacó a la venta un óleo de San Geremia (Venecia), ex colección de David Rockefeller, que alcanzó la importante suma de 9.087. 500 u$.

 

Si bien los retratos fueron los que lo llevaron indiscutidamente a la fama, el precio récord en subastas hasta el momento, fue una pieza que representaba a Flameng y a Paul Cesar Helleu, subastado en Christie´s New York en 2016, y que fue vendido en 1.100.000 u$. Un retrato que dista muchísimo de tener la calidad de los anteriormente mencionados, pero que posee un valor adicional vinculado a los protagonistas de la obra, ambos íntimos amigos de Sargent.

 

Y como un dato adicional y curioso, es interesante destacar que en el mismo año, pero en la casa Sotheby’s de New york, fue vendido un óleo titulado “Amapolas”, que resultó ser un estudio para su famosa obra “Carnation, lily, lily , rose” realizada en 1886, que logró la suma de 6.858.000 u$.

 

Las acuarelas venecianas de Sargent son y serán la expresión de su verdadera libertad creadora. Y los compradores responden a esto sin vacilar. Los retratos, que no salen a subasta porque están, como ya mencionamos anteriormente en colecciones privadas o en museos, carecen de posibilidades de valores comparativos ya que son prácticamente inexistentes en el mercado secundario.

 

Un artista prolífico, rico, culto, un “bon vivant” en la mejor expresión de esta definición, logró precios importantes en un mercado como el actual sumamente competitivo en todos los órdenes, a pesar de las críticas que recibió en vida e incluso después de su desaparición.


En el caso de Sargent el apotegma de que arte y mercado no siempre van de la mano, no se ha cumplido. La calidad, el refinamiento, el oficio de un artista potente, independientemente de sus vínculos sociales, sobrepasaron los tiempos y las vanguardias. Y la belleza sigue permaneciendo en un mundo atravesado por los horrores de las guerras, las pandemias, y los cambios vertiginosos de la realidad.

 

* Octubre de 2023. Especial para Hilario. Artes Letras Oficios


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