Desubicados.


Desubicados. Irina Podgorny. Beatriz Viterbo / Editora. 

En 8° (20 x 13 cm), 169 pp., más 1 h. Encuadernación rústica de editor.


La mirada sagaz de la autora desacraliza verdades reveladas que encontramos en museos, en colecciones particulares, en los anticuarios, en los mercados de artesanías y hasta en los talleres donde se forjan las obras maestras del arte popular. Y lo hace desde la primera línea de su nuevo libro: “No hay cosas más fuera de lugar que las reunidas en los museos”.


Sus historias tienen esa capacidad de romper con el molde de los textos académicos, cautivan sin formalidades, avanzan sin ocultar sensaciones y recuerdos personales guiando al lector en viajes imaginarios por geografías y tiempos diversos. Las encontramos en sus colaboraciones en la Revista Ñ y en los artículos que mes a mes nos obsequia para editar en Hilario, nuestra Newsletter.


Esta vez reflexiona sobre la razón de ser de los museos, que «a alguien muy poco observador se le ocurrió llamar “lugares de la memoria”» y centra su mirada en algunos objetos desubicados, como las sirenas en el arte popular de México y Perú, y de las iglesias coloniales de Bolivia, o el destino de una elefanta que murió en el medio del Océano Atlántico... «Un ser terrestre hallado en el mar y seres marinos de la mitología del Viejo Mundo habitando en las montañas y mesetas americanas. Seres desubicados...» 


Podgorny se interna, a través de representaciones como el árbol de la vida y las sirenas, en la génesis del arte popular latinoamericano. ¿Surgieron en un devenir armónico y expansivo en tiempo y espacio, o a los saltos, fruto de las creaciones de algunos maestros artesanos que se instalaron en el gusto popular y se extendieron en las manos de otros autores y talleres? Tan compleja búsqueda sobre sus orígenes hace que, miradas desde su cierto primitivismo, se las coloque en el inicio de los tiempos cuando bien pueden datar de ayer, no más.

 

Con cierto humor busca en ocasiones la complicidad del lector -y vaya que la consigue- para abrir nuevas puertas... «Las sirenas, por ahora, siguen entrampadas en el color local y nacional: las de los Andes, son andinas y se conectan con los mitos, los huaycos y las pozas del Perú. Las mexicanas, con las deidades aztecas. Las bolivianas con el santuario de Copacabana y sus antepasados prehispánicos (...)», las describe acudiendo a las interpretaciones eruditas que las plantan sobre dos o tres milenios de arte americano. Pero también -su mayor gracia- las rescata creadas en el siglo XX, hechas con formas nuevas y otros materiales, «con un éxito económico que hizo que proliferaran en los museos del mundo a tan gran escala que no faltará el arqueólogo que afirme que, el Antropoceno, con el plástico, el cemento y los combustibles fósiles se caracterizó por el culto global a la sirena guitarrista».


Al modo de las matrioskas rusas, Irina Podgorny nos revela una capa tras otra y cuando tenemos la sensación de haber descubierto la última, nos obsequia la siguiente... Para leer y reflexionar, es imperdible.



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