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OBRA GRÁFICA

Arte MODERNO Y Contemporaneo

LA MIRADA CRÍTICA DEL MAESTRO

El humo. 1974.


Aguafuerte y aguatinta sobre papel. Medidas. Caja de impresión: 33 x 47,3 cm. Papel: 53,8 x 70 cm. En lápiz grafito y de puño y letra del autor, el número de ejemplar, 58/65 y la firma: “C. Alonso 74”. Reproducido en Carlos Alonso (Ediciones de arte Gaglianone, 1986).


Como en las viñetas de una historieta, Alonso plantea cinco escenas dentro de recuadros. En la primera, el rostro de una joven y bella mujer, acariciada por una mano ajena, arrugada. Las otras tres presentan variantes de una misma composición: una mujer joven de perfil, a la izquierda, y más abajo y a la derecha, un viejo. En la primera de las tres, ambos personajes son un manojo de intestinos y volúmenes de carne amorfos. En la siguiente, la mujer está pelada y despliega con sus dedos la “V” de la victoria, o en nuestra historia política argentina, la “V” peronista nacida del “Perón Vuelve”, inspirada en respuesta a las pintadas con brocha gorda que aparecieron en los aviones utilizados por la Armada Argentina para bombardear Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955, una vé corta debajo de una cruz, aludiendo a “Cristo vence”, lema de las corrientes católicas enfrentadas con el peronismo en aquellos tiempos. Debajo de la mujer el viejo tiene ahora una peluca barroca, mientras que su mano-garra aprieta el hombro de ella. En la cuarta viñeta la mujer lleva pelo, un pecho al aire, y con la mano esboza ahora un signo de “cuernos”. A su lado, el hombre está pelado y con un chupete. Finalmente, debajo, una escena mayor nos muestra a ambos personajes, como en un tiempo distinto al momento en que posaron para aquel montaje inmortalizado en cuatro instantáneas. El viejo, completamente surcado por arrugas, viste un elegante traje y fuma un habano cuyo humo solo nos deja ver uno de sus siniestros ojos. A su lado la mujer está desnuda y calva. Al fondo, sobre una mesa de vidrio, unas cajetillas de cigarros y un maniquí con una peluca.


El presente grabado, realizado en 1974, media entre dos hitos en la obra de Alonso que articulan un período, iniciado con la ilustración de El matadero de Esteban Echeverría en 1966 y concluido con la instalación Manos anónimas, obra que no llegó a exhibirse en el Museo Nacional de Bellas Artes en 1976. Un período enmarcado entre la “Revolución Argentina” de Onganía en 1966 y el comienzo del “Proceso de Reorganización Nacional” en 1976, la última dictadura militar, etapa negra de la historia argentina que le significó el exilio en Roma y Madrid y una pérdida irreparable en su familia. La producción en este tiempo será una sangrienta exhibición del poder, encarnada en una metáfora central: la carne. Escribe Alberto Giudici, comisario de la gran exhibición “Hay que comer” de 2004 y 2005 en Buenos Aires y Valencia que la carne es “Metáfora de la Argentina y metáfora desgarrada del cuerpo humano reiteradamente mancillado, horadado, desollado. La simbiosis vaca-hombre es signo, es alfabeto de una escritura que recrea la trágica historia nacional y retrata la ominosa impudicia de los poderosos que hicieron derecho adquirido del cuerpo-mercancía” [1]. La carne, junto a  estos dos personajes, el viejo rico -un terrateniente, un hombre poderoso- y la mujer calva junto a la peluca, son elementos que se reiteran en la producción de Alonso de esta época, y que podemos observarlos en sus series “El ganado y lo perdido” y “Hay que comer”. Encarnaciones de la tragedia de su tiempo, y desgraciada y proféticamente, la del porvenir. Tres años después de nuestro grabado, en 1977, su hija es desaparecida; Alonso ya se encontraba exiliado en Europa.


Carlos Alonso (Tunuyán, Mendoza, 1929), pintor, dibujante y grabador, a los catorce años ingresó a la Academia Nacional de Bellas Artes de la ciudad de Mendoza. Tuvo como maestros a Sergio Sergi, Lorenzo Domínguez, Francisco Bernareggi y Ramón Gómez Cornet. Recibió su primer premio en el Salón de Estudiantes de 1947, y en 1953 expuso en la Galería Viau, en Buenos Aires, lo que le proveyó de los medios económicos para viajar, un año después, a Europa, donde expuso en París y Madrid. En 1951 ganó el primer premio del Salón de Pintura de San Rafael (Mendoza), el Salón del Norte (Santiago del Estero) y el de dibujo en el Salón del Norte (Tucumán). Es un prolífico ilustrador de libros; entre otros títulos, se destacan El matadero, Romancero criollo, Antología de Juan, la Divina Comedia, El juguete rabioso, Irene, Lección de anatomía, y Mano a mano. En 1957 fue ganador del concurso convocado por la editorial Emecé para ilustrar la segunda parte del Don Quijote de la Mancha y el Martín Fierro (1959).


Nota:

1. Alberto Giudici, La carne como metáfora, en “Carlos Alonso. Hay que comer”, IVAM, Valencia, 2005.



S.E.30A - BLM


AUTOR/A CARLOS ALONSO
PRECIO U$S 400

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