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FOTOGRAFÍA

OTROS HALLAZGOS FOTOGRÁFICOS

Convento de Yuriria. Guanajuato. México. Tercer cuarto del siglo XX.

Copia vintage a la gelatina de plata; obra sin márgenes blancos Medidas: 22 x 19 cm. Al dorso se ubica el sello húmedo -en tinta negra-  de autoría: “Fotografía Úrsula Bernath” y escrita a mano, presumiblemente por la misma fotógrafa:  “Convento de Yuriria”. 


En el primitivo México de la conquista española del siglo XVI, los religiosos franciscanos, dominicos y agustinos se repartieron regiones territoriales para su evangelización, avanzando sobre los extensos dominios de las diversas comunidades indígenas. En el caso de Yuriria, en la región minera de Guanajuato, los agustinos formaron hacia la década de 1540 el primer poblado, aunque tres años antes ya habían construido una pequeña capilla. El territorio tenía serios problemas por la presencia de grandes pantanos que afectaban con la malaria a los indígenas; ello explica que una de las obras más relevantes fue la construcción de un canal que permitió el trasbordo de agua para generar lagunas limpias hacia 1550. Asegurada la habitabilidad del paraje, se dio comienzo a la construcción del convento y el templo adjunto, labores que demandaron una década de trabajo arquitectónico


El proceso de evangelización entre estos pueblos originarios que no usaban grandes espacios cerrados, practicando sus cultos religiosos en centros ceremoniales a cielo abierto (1), obligó a los españoles a modificar la arquitectura religiosa tradicional aplicando distintas soluciones, como capillas con altares cubiertos pero, abiertos hacia el atrio: las llamadas “capillas abiertas”. A veces, como sucede en Yuriria, están en el mismo solado del atrio junto a la portada del templo, bajo una arquería que también tiene el acceso al convento. En el caso andino son frecuentes los balcones arriba de la portada del templo al cual accede el sacerdote desde el coro interno.


Estos templos conventuales del siglo XVI seguían las tradiciones europeas góticas por su gran altura y eran en general estrechos; los primeros templos se cubrieron muchas veces con madera y, luego, para evitar el fuerte empuje lateral de las bóvedas en crucería las cuales frecuentemente obligaban a utilizar contrafuertes robustos en el exterior, justamente para evitar derrumbes de sus altos muros laterales.


En el caso puntual del conjunto de Yuriria, localizada en la proximidad de una frontera activa y compuesta por etnias muy belicosas, muestra en la portada de la Iglesia a los habitantes defendiéndose con arcos y flechas de sus enemigos, todo envuelto en una serie de elementos vegetales que cubren los paramentos. La fachada remata en un almenado que se prolonga por toda la techumbre y que señala el carácter semi-militar de la construcción, la cual cumplía el mismo papel de refugio, con su camino de ronda militar sobre la cubierta como los que tenían los castillos medievales españoles. La portada es, sin embargo, de estructura renacentista y en uno de los costados se abre la capilla abierta frontal para la comunicación directa al exterior. El predominio de la masa de volumen con una torre de grandes dimensiones, aunque baja, muestra la idea de convento fortificado del conjunto. Las dimensiones pequeñas del claustro y la expresión maciza de los contrafuertes ratifican ese dominio de los volúmenes.


La significativa fotografía de Úrsula Bernath enfatiza el contraste entre el gran despliegue ornamental de la fachada del templo, con la sencillez y oscura sobriedad de los ropajes de las dos campesinas y del niño que conforman un llamativo primer plano y, sobre los cuales, sobresale el monumento al agustino fundador que tiene en sus manos un sombrero del siglo XVI, muy similar al del niño del siglo XX. Evidentemente estamos frente a una doble mirada o sea femenina y europea.


Nacida en Leipzig (Alemania) en 1915, emigró a México en la posguerra hacia 1946 y se vinculó a la italiana Tina Modotti y al círculo de artistas formado entre otros, por Diego Rivera, Frida Kahlo y Gertrude Duby Blom, conocidos artistas que la motivaron a documentar las expresiones del auténtico mundo indígena y rural a través de la fotografía antropológica, tal como lo hacían otras de sus colegas de género como la polaca Bernice Kolko y la austríaca Ruth Lechuga. Sin embargo Úrsula Bernath lo hizo con una particular visión, sin una preocupación manifiesta por la composición estética, buscando destacar por sobre todo el carácter documentalista de sus imágenes en blanco y negro. Falleció en la ciudad de México en 2011.


Nota: 

1. Los indígenas mexicanos como los andinos no usaban grandes espacios cerrados, por problemas de orden técnico para cubrirlos. Los mayas y aztecas construían con piedras con hiladas avanzadas que les permitía espacios muy reducidos, por eso solamente tenían templetes pequeños sobre las pirámides a los cuales accedían los sacerdotes.


S.O-XIV-DBM


AUTOR/A ÚRSULA BERNATH

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