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ARTE

Caballos. Córdoba, 1916.

Óleo sobre tela. Medidas: 67 x 90 cm. Esta obra formó parte de la exposición “Fernando Fader” que se realizó en 1988 en el Museo Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires. Se trata del ítem 54 del catálogo, pág. 105.


Dos caballos descansan al sol frente a un estanque. Uno de ellos, blanco, está ensillado. El par de caballos blanco y oscuro es un motivo recurrente en las composiciones de Fader. Los encontramos en Tierra mansa (1919), El pellón negro (1916, en el Museo Nacional de Bellas Artes) y Cruzando la loma (c. 1918). Muy probablemente sean los caballos del propio Fader, que retrataba plein air en los días y tardes cordobeses. Nuestro óleo es un magnífico ejemplar de su período maduro, llamado cordobés, iniciado en 1916 al mudarse a aquella provincia en búsqueda de un clima más benigno para sus debilitados pulmones. Despliega un manejo del color propio del impresionismo. Obsérvese los celestes y verdes en las sombras de los caballos, los intensos azules, los rosas sobre el suelo. La representación permanece realista, pero la composición del color es compleja, vibrante, en total uso de los contrastes de la luz solar; a la vez que la pincelada es suelta y de espeso empaste. 


Fernando Fader (Burdeos, Francia, 1882- Loza Corral, Córdoba, Argentina, 1935), hijo de un ingeniero naval alemán y de madre francesa, se formó como pintor en Munich y bajo la tutela de Heinrich von Zügel, donde y con quien asimiló el impresionismo germánico. De regreso a nuestro país, su primera exposición en 1905 fue un parteaguas en la historia de la pintura nacional. Escribió José León Pagano al respecto que “Con él se inicia positivamente una etapa de la pintura nacional. Nada le une al núcleo que le precede. Hay un hiato: un corte decisivo entre dos eslabones. Por eso fueron algunos hombres de aquel núcleo tan parcos en sus modos estimativos. Fader percibía otro mundo y se expresaba con otros medios. Aquellos habían pasado por el impresionismo sin advertir su fuerte onda renovadora. Fader vibraba en ella”. [1] Buen ejemplo de aquellas primeras impresiones del nuevo arte de Fader es la crítica redactada por Yofrua –seudónimo del francés Godofredo Daireaux- y publicada en La Nación del 26 de julio de 1906 tras su segunda muestra en Buenos Aires. Allí leemos que “la mayor parte de esas obras son simples bocetos; lo que nos induce a buscarle camorra...”. [2] Y continuó diciendo que Fader prefería “un boceto en cuatro pincelazos a cualquier cuadro acabado y perfecto”. Inclusive Cupertino del Campo, en una elogiosa y extensa nota del 12 de julio en el mismo periódico, había afirmado que “son, en su mayor parte, bocetos”. [3] Indudablemente el nuevo estilo recogido y madurado por Fader en sus años de formación en Alemania, a la vez que despertaba la atención, inquietaba. Siguió del Campo en su nota a la exposición en el Salón Costa ya citada, que “Fader... sabe decir mucho, a veces todo, con cuatro o cinco pinceladas decididas y justas. Muchos de sus cuadros parecen, vistos a cierta distancia, obras laboriosamente concluidas; se ve infinidad de detalles y delicadezas de color que se creería que han sido obtenidas con veladuras. Uno se acerca; ve que se trata de un pelotón de pintura y se ríe. (...). Sobre la construcción rigurosa y científica de la obra de arte, respetando el dibujo, la anatomía, el claroscuro y la armonía de la entonación general, hay algo que flota: el alma del artista”.


En 1907 conformó, junto a los artistas Pío Collivadino, Carlos P. Ripamonte, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Alberto María Rossi, Justo Lynch, Arturo Dresco, entre otros, el grupo “Nexus”. Ese mismo año pronunció un discurso en el que volcaría su particular visión, “Posibilidades de un arte nacional y sus principales caracteres”. En 1910 se alejó de la pintura para abocarse en una empresa de ingeniería hidráulica que lo llevó a la ruina económica. Retornó triunfalmente a la pintura con un interior que le depararía el Primer Premio en el Salón Nacional de 1914, el óleo Las manilas. Dos años más tarde se trasladó a Córdoba, donde vivirá y producirá por casi una veintena de años.


Notas:

1. José León Pagano, El arte de los argentinos, Buenos Aires, edición del autor, 1937.

2. Yofrua, Bellas Artes. Quaranta, Larravide, Fader; en “La Nación”, Buenos Aires, 26 de julio de 1906, citado por Rodrigo Gutiérrez Viñuales en Fernando Fader. Obra y pensamiento de un pintor argentino. Santa Fe (Granada) Buenos Aires. Instituto de América - Cedodal. 1998.

3. José Bálsamo (Cupertino del Campo), Exposición Fader; en “La Nación”, Buenos Aires, 12 de julio de 1906, Suplemento Ilustrado No 202. En Rodrigo Gutiérrez Viñuales, 1998. S.O.XXII - LMMMM

AUTOR/A FERNANDO FADER

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