La colección de Juan B. Ambrosetti y Elena Holmberg

Retrato de Juan Bautista Ambrosetti.


La inauguración del museo se refleja en la portada de “La Argentina” uno de los diarios editados en Buenos Aires. Fotografía: Gentileza Museo Etnográfico J. B. Ambrosetti.


De izquierda a derecha: el capataz Vicente Rico, el pintor alemán Warken, Juan Bautista Ambrosetti y Salvador Debenedetti. Viaje a Tilcara, Jujuy, en 1909 durante la V expedición arqueológica del Museo. Fotografía 332-5. Archivo del Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti.


“En las misiones se enseñó a los indios la pintura, la talla en madera, el vaciado, el arte de la platería y de forja (...)”. Revista Plus Ultra (núm. 15, julio de 1017).


Guillermo Palombo

 

Miembro Emérito del Instituto Argentino de Historia Militar, integrante del Grupo de Trabajo de Historia Militar de la Academia Nacional de la Historia, Académico Correspondiente de la Academia Sanmartiniana y del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, ex presidente del Instituto de Estudios Iberoamericanos.

 

Su producción impresa sobre diversas disciplinas (libros, folletos, capítulos en obras colectivas, artículos en revistas especializadas y diarios) supera los 300 títulos.


Por Guillermo Palombo *

El hombre


Naturalista, maestro de la arqueología y antropología en nuestro país y precursor de las investigaciones folklóricas; viajero y coleccionista, Juan Bautista Ambrosetti nació el 22 de agosto de 1865 en Gualeguay (provincia de Entre Ríos), hijo de un inmigrante lombardo que obtuvo una buena posición económica en el comercio. Cuando en 1871 su familia se trasladó a Buenos Aires, el niño Juan Bautista cursó estudios primarios en el Colegio Catedral al Norte y en el English College, y la preparatoria hasta el cuarto año en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Contrajo matrimonio en 1899 con Elena Holmberg (n. 1878), hija del naturalista Eduardo Ladislao Holmberg, con quien tuvo dos hijos (Eduardo y Cora). Murió el 28 de mayo de 1917 a los 51 años de edad y su esposa le sobrevivió hasta 1971.


El científico


Autodidacta en ciencias naturales, se formó con Florentino Ameghino y Eduardo L. Holmberg (más tarde su suegro), y sus extensos itinerarios de exploración científica a remotos parajes de la Argentina le permitieron adquirir experiencia como naturalista viajero. Estudió culturas y creencias de los pueblos precolombinos, halló ciudades prehistóricas como La Paya en Salta, e identificó el Pucará de Tilcara en la quebrada de Humahuaca. Designado en 1903 como profesor suplente a cargo de la cátedra de Arqueología Americana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, al año siguiente creó el Museo Etnográfico en los sótanos de dicha Facultad, por entonces en Viamonte 430.


En 1910, la Universidad de Buenos Aires le concedió el título de Doctor “Honoris Causa”. Reconocido por la comunidad científica internacional su obra comprende una amplia gama de estudios históricos, etnográficos, lingüísticos, arqueológicos y antropológicos. Pionero en el estudio del folklore nacional, se lo considera el iniciador en nuestro país de la arqueología científica.


El coleccionista


El domicilio del matrimonio Ambrosetti, una casona sita en la calle Santiago del Estero 1298, casi esquina Cochabamba (hoy demolida), en el barrio de Constitución, era un verdadero museo de las artes decorativas e industrias coloniales. Ambrosetti formó sus colecciones no por compra a los escasos anticuarios de Buenos Aires, sino con lo que pudo recoger en sus viajes de exploración, de arqueólogo en los valles calchaquíes, de funcionario de la lucha antiacridiológica [1] en las sierras de La Rioja y Catamarca, en viejas fincas y haciendas, conventos, capillas casas y ranchos.


Su colección comprendía, en primer lugar, el material arqueológico, que ascendía a unas 20.000 piezas. La imaginería colonial y contemporánea popular se completaba con cabezas y manos de imágenes de vestir. El mobiliario comprendía arcas y arquetas de madera con herrajes coloniales, puertas de muebles de sacristía con arábigos jarrones de la vida tallados en su frente, además de marcos y puertas de viviendas, también talladas. La pintura estaba representada por óleos en tela, tablas o cobres de las escuelas del Cuzco, la potosina o del noroeste argentino. Destacaba una tela de 2,82 metros de alto por 2,30 metros de ancho, pintada al óleo y para uso religioso, que fue descubierta en Jujuy por su cuñado Eduardo Holmberg [2] como cielo raso de la celda de un fraile. Restaurada hábilmente por el pintor italiano Vicente Faggiollo, fue necesario reentelarla, colocándola en un bastidor nuevo, limpiarla con repetidos lavajes y retocarla, en cuyas tareas intervino activamente el propio Ambrosetti. Esta pintura le resultó útil para estudiar la vestimenta y etnografía en general de los indígenas del Cuzco para el tiempo del sitio que, a esta ciudad, antes capital del imperio incaico, le pusieron las tropas del inca Manco entre 1535 y 1536. La colección se completaba con platería suntuaria de casas coloniales: cucharas, fuentes, jarros, mates, platos, relicarios, sahumadores, yesqueros... Su esposa reunió una colección de 96 objetos de plata; Eduardo Ladislao Holmberg, escribía en 1910 en su libro “Lin Calel” que Ambrosetti había depositado en el Museo Etnográfico su colección de platería y que era casi seguro que ya habría publicado su trabajo sobre “El arte del platero en las pampas argentinas”. Pero lo cierto es que no hay indicios de que aquel texto haya llegado al papel impreso.


Todo ese material se completaba con una importante biblioteca especializada, enriquecida con vocabularios de lenguas indígenas y cronistas coloniales, cuyos volúmenes llevaban el ex libris de Ambrosetti, que representa la portada con marco de una antigua capilla criolla de Catamarca.