EL SENTIDO DEL COLECCIONISMO.

Fernando Fader: Tiempo húmedo. Óleo sobre tela. Medidas: 89 x 110 cm.

Curatella Manes: Acordeonista. Bronce, numerado. Medidas: 42 x 16 cm.

Plato manufacturado por la Compañía de Indias. Porcelana esmaltada. Siglo XVIII.

Sonia Decker


Directora de CONSULTART/dgb, consultora con más de treinta años de actuación en el mercado de arte local. 


Licenciada en Publicidad (USAL). 


Fue Perito judicial en Arte, y Profesora de “Mercado del Arte” en las Universidades del Salvador y del Museo Social Argentino.


Integró el grupo fundacional del Museo de Arte Tigre, teniendo a su cargo la adquisición de las obras de su colección permanente.


Artista pintora, ha realizado sus últimas muestras individuales en las galerías VYP, Arroyo y Librería Menéndez.

Por Sonia Decker


Coleccionar arte puede ser una pasión, una vocación o algo que le da un sentido muy especial a la vida de quien ingresa en este fantástico mundo.


El coleccionismo ha mutado en mil formas distintas desde sus orígenes hasta la actualidad; de una actividad que se desarrollaba casi en solitario, se ha ido transformando con el tiempo en múltiples opciones con derivaciones de diverso tipo.


En los siglos XIX y XX, coleccionar arte tal como lo concebimos actualmente, tenía un significado de trascendencia y de posicionamiento social. Los compradores podían ser desde mecenas hasta empresarios, industriales o personajes vinculados a la cultura.


La motivación personal que los impulsaba a atesorar obras de arte podía circunscribirse a la formación de un conjunto importante de piezas de relevancia, o a la búsqueda de un segmento muy puntual dentro del universo que aparecía frente a ellos.


Con el tiempo y con la aparición de la potencia mediática, los coleccionistas fueron transformándose en formadores de opinión y en líderes del mercado. La trascendencia inmediata que las grandes inversiones en arte han tenido hacia fines del siglo XX y a principios de este siglo, nunca fueron tan significativas.


Si circunscribimos estos conceptos a la actividad de nuestra consultora y a lo largo de treinta años, podemos recordar numerosos ejemplos de coleccionistas que, con actitudes bien disímiles, fueron descubriendo muy de a poco la satisfacción de comenzar o incrementar una colección.


La psicología invade este complejo mundo que nos atañe. El perfil del coleccionista suele ser bien diverso. Los hay obsesivos, meticulosos, estudiosos, creativos o investigadores. La mujer ocupa un espacio más que interesante en este terreno fértil y arriesgado. En varias ocasiones, la inversión no se produjo, por la decisión exclusiva de una firme voluntad femenina.


En todos los casos donde establecimos un trato cordial e intenso con nuestros clientes, pudimos disfrutar junto a ellos, con cada una de las compras que realizamos juntos. Cada subasta sigue siendo una nueva emoción y un desafío donde se pone a prueba nuestra experiencia, nuestra capacidad para realizar un buen asesoramiento y esa cuota de aventura que compartimos con ellos desde hace muchos años.


Ejemplos que hablan…


Tuvimos el placer de conformar una gran colección desde un principio, donde ya existía un mínimo legado familiar y un gran conocimiento. Faltaba ir adquiriendo de a poco obras importantes, y la selección fue realmente placentera. Me refiero a un matrimonio que tuvo la deferencia de escuchar siempre nuestros consejos, y que hoy poseen una excelente colección de pintura y escultura donde se encuentran representados los grandes maestros del arte argentino. Todo está colgado en sus paredes donde conviven gozosamente con cada una de estas bellas piezas.


Algo similar sucedió con el apoyo brindado en la conformación de una importantísima colección de artistas argentinos de casi todas las épocas. Fue un formidable trabajo de selección que duró varios años, donde se evaluó hasta el más mínimo detalle. Este gran conjunto de obras de absoluta calidad convive con la de artistas latinoamericanos de primer nivel, todo expuesto en verdaderas paredes de prestigio, que invitan a un recorrido con calidad museo.


Una empresa importante dedicó y dedica aún mucho tiempo y entusiasmo a la compra de arte netamente figurativo, que contenga temáticas de paisaje argentino de todas las regiones de nuestro país. Han decidido apostar a algunos artistas hoy casi desaparecidos, poniéndolos en valor e investigando a cada uno en particular. No solo han invertido en pintura, sino que también realizaron exposiciones abiertas a todo el público que duraban solo una noche, donde acompañaban cada muestra con una charla y un recorrido guiado por la sala. Publicaron además un excelente libro sobre las obras de su colección.


Una gran parte de nuestros clientes compraron pintura para decorar sus casas. Siempre tuvimos como finalidad primordial el que realizaran buenas inversiones, adquiriendo únicamente lo que les gustara, pero buscando que estas piezas tuviesen la oportunidad de lograr un buen valor a la hora de su eventual venta. Este último punto es tal vez el más complejo para el espíritu que está inmerso en el alma de un coleccionista. El afán de tener la pieza lo mueve a pagar por ella tal vez más de lo que vale, y en eso es prudente saber escuchar un buen consejo anticipado. Los vaivenes del mercado argentino son un factor de incertidumbre permanente para cualquier comprador.


Nada más placentero que poder disfrutar el momento de asesorar a los hijos de nuestros clientes, que ya se convirtieron en nuevos coleccionistas. Estos jóvenes no eligen solo pintura contemporánea, sino que en varias oportunidades invirtieron en un gran maestro de pintura o de escultura combinando estéticas muy diferentes. Hemos visto como apostando a las obras muy puntuales de un solo artista, lograron elevar significativamente los precios de una técnica o de un tema en particular, consolidándolos en el mercado y en el tiempo.


Colaborar en la formación de la colección del Museo de Arte Tigre fue una gran experiencia y un enorme desafío. Era la primera y única vez que un museo adquiría todas sus obras en subasta pública. Y si bien hubo donaciones posteriores, el hecho de haber comprado en distintos remates nos permitió hacerlo con absoluta transparencia, realizando a la vez una ardua e interesante tarea de investigación previa.


El coleccionismo siempre nace por diferentes razones, y éstas pueden resultar casi infinitas. El objeto del deseo se instala frente a un espectador que siente hacia él, una enigmática ligazón. Algo inexplicable provoca la pulsión de poseerlo para luego seguir atesorando piezas similares, que mueven a la investigación, y a la eterna búsqueda. Hoy tenemos infinidad de herramientas que ayudan a conectarse con los coleccionistas del mundo entero. Recorrer, buscar, revisar en distintos ámbitos, permite aún encontrar aquellas perlas codiciadas por quien pretende atesorarlas.


El coleccionismo, como tantas otras actividades, se maneja hoy con otros parámetros. Pero siempre sigue existiendo la elección minuciosa y personal, no importa cuál sea el objeto de la compra. Es la pasión la que persiste en el goce de disfrutar una colección y la que hace que esta maravillosa vocación nunca termine. 


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