Iconografía de Bolívar: ¿anónimo de 1825 o Francis Martin Drexel de 1827?

Fig. 1. Bolívar, por Anónimo de 1825 [Francis M. Drexel, 1827] (Palacio Federal Legislativo, Caracas. Foto Ricardo Armas Ponce) 



Fig. 2. Autorretrato con esposa e hijo, por Francis M. Drexel, 1824 (Universidad Drexel, Pensilvania. Foto Drexel Quarterly) 



Fig. 3. Bolívar, por Francis M. Drexel, 1827 (The Smith Art Gallery and Museum, Stirling, Escocia. Después de la restauración. Foto Revista Semana, Bogotá. 



Fig. 4. Retratos de Bolívar para Beggs y Saltana, Diario de Drexel (Captura de pantalla)


Roldán Esteva-Grillet

(Caracas, 1946)

 

Se formó en letras hispanoamericanas en la Universidad de los Andes (Mérida, Venezuela) y realizó sus postgrados en Historia del arte en la Universitá degli Studi di Bologna (Italia) y en la Universidad Nacional Autónoma de México. Trabajó como investigador y jefe de investigaciones en la Galería de Arte Nacional, Caracas, y como catedrático de Metodología de la Investigación en la Historia del Arte e Historia del Arte Latinoamericano en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela. Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte. Ha publicado varios libros sobre arte venezolano y latinoamericano a través de la Academia Nacional de la Historia y de la misma Universidad Central de la que es docente jubilado. Sus libros más recientes: País en vilo. Arte, democracia e insurrección en Venezuela (Universidad Católica Andrés Bello, 2017) y Poder versus Cultura (en dos volúmenes, Edit. Ex Libris, 2020). Su enfoque es a partir de la historia social y política del arte.


Por Roldán Esteva-Grillet *

El 21 de diciembre de 1826, inocente de todo lo que ocurría en el país de destino, luego de recalar en Guayaquil, un pintor austríaco -para más señas, retratista-, llega al puerto peruano de El Callao. Nacido en la pequeña ciudad tirolesa de Dorbin, en 1792, estudió comercio e idiomas en un monasterio cerca del lago de Constanza, e intentó infructuosamente entrar a la Academia de Brera, de Milán; para evitar ser enrolado en las fuerzas napoleónicas invasoras, vivió como pintor ambulante en Suiza, llegó a París y regresó a Suiza y se sometió como discípulo de Valentin von Sonnenochlin en Berna. Las guerras napoleónicas arruinaron a su padre, próspero comerciante, y decidió emigrar a Estados Unidos.


En Filadelfia logró sentar plaza como retratista desde 1817, donde enseña en una academia femenina y expone en la de Bellas Artes. Luego de ganar un juicio por difamación de parte de un cuñado, que le hizo perder su puesto de enseñante, decide rehacerse económicamente a través de un viaje hacia el sur del continente. Siendo políglota y de familia católica, su condición de retratista le garantizaba un éxito profesional.


Al desembarcar, el comandante del puerto invita al pintor a hospedarse en su casa. Le requisan el equipaje y a él mismo, y debe mostrar los papeles que llevaba (cartas) y el dinero. Ante su protesta por tantas prevenciones, le “explican” que hacía dos meses había llegado un artista alemán o francés que resultó ser espía. Fue retenido como “huésped” hasta el 24 de diciembre, cuando el gobernador desde Lima declaró que era inocente (¿o inofensivo?) y podía ser puesto en libertad. Deja El Callao a las 10 a.m., y en hora y media está en Lima en casa de un comerciante de Filadelfia. Así estaban los ánimos entre los peruanos.


Francis Martin Drexel (Fig. 2), tal su nombre, bien puede ser considerado el primer artista viajero del Perú, retratista con rostro, no un naturalista. [1] Del Ecuador viene a Perú, luego iría a Chile, y Bolivia, retratando a quien pagara por sus servicios. El 2 de enero de 1827 consigue, a través de su amigo de Filadelfia, una casa con varias piezas por solo 22 pesos al mes en Lima. Al otro día de haberse mudado, el 7 de enero, asiste a una corrida de toros. El 20, en su diario registra un pequeño temblor, que se repite el 24. El 26 de enero da cuenta de la sublevación de las tropas colombianas contra el general venezolano Jacinto Lara. Pero cree que es en apoyo a Bolívar y a su Constitución. Igual, el 27, numerosa gente acude al Cabildo y proclama la Constitución; es decir, el retratista consigna lo contrario de lo que ocurría. Como que no entendía bien lo que estaba pasando.


El 16 de febrero reseña su primera vista a un local público, la Municipalidad de Lima, con estas palabras: I visited the Cabildo and saw there a very bad portrait of Bolivar, painted by a native named Gil, full length, and was shown a large book in which are the treaties and records of Francis Pizzarro the conquistador of Peru, the 1st of which is the 9th of November 1534, a trast for the plan and foundation of Lima [2].


Como sabe que Francisco Pizarro era analfabeto, le llama la atención su firma, un garabato muy caligráfico, y lo copia en su diario. El 25 de febrero observa el carnaval de El Callao y el 26 de febrero va con un grupo a bañarse en la playa. En la cena bebieron vino de Madeira y se resiente de su espalda por la insolación. El 27 presencia el carnaval con agua. Para el 11 de marzo recibe la primera carta de su esposa y el 19 de marzo registra la marcha de las tropas colombianas hacia Guayaquil. El 30 de marzo es atrapado un famoso delincuente que antes era músico en las tropas colombianas. Confesó haber asesinado a ocho personas. Se había ofrecido una recompensa de cien dólares. El 31 de marzo se le condena muerte. El 5 de abril recibe, de una vez, cuatro cartas de la esposa. Asiste a la Semana Santa: el 15 de abril, quema de Judas; el 22 de abril, procesión de gigantes con máscaras de madera; el 27 de abril, fuerte temblor.


Nuevamente, el 11 de mayo, una reseña de la situación política, pero esta vez como que sí la entiende pues tiene que ver con su profesión: The Prime Minister Vidauri [sic] ordered that all de Portraits of Bolivar in the public buildings should be taken down to forget him and his deeds, and in the same manner all other citizens and even the friends of Bolivar remover out of sight the portraits, not on account Bolivar, but to avoid public opinion. Some gentleman for whom I painted portraits of Bolivar, begged me by all means not to tell it to any person, as they might be unlucky, and accused of treason [3].


Fig. 5. Bolívar, grabado por James Barton Longrace, 1826, Pensilvania (John Carter Brown Library, Providence; foto El Farol, Caracas) 


El 5 de abril recibe en El Callao un paquete con la impresión de un grabado que había dejado en Filadelfia y en el que había gastado 2.500 dólares, con la esperanza de recuperar la inversión con su venta y obtener una buena ganancia, aprovechando la fama del personaje. Sin embargo, las circunstancias adversas sólo le permitieron recuperar 400 dólares. La imagen se corresponde con los retratos que circulaban de origen ecuatoriano, atribuidos a Sangurima (Fig. 5), específicamente, uno de éstos por James Barton Longrace, en 1826. [4]


El valor de esta documentación estriba en que el artista viajero, más allá de comentar o referir simplemente lo que vive, lleva la lista de las personas retratadas (Fig. 6).


Fig. 6. Relación de retratos realizados en Lima, enero de 1827, Diario de Drexel (Captura de pantalla)


En Lima permanece hasta principios de julio de 1827: en seis meses pinta unos cuarenta retratos (de busto y miniaturas), entre ellos dos de Bolívar, entre la última semana de febrero y la primera de marzo. El primero para el comerciante inglés John Beggs (responsable de llevar a Londres el retrato de Bolivar, por José Gil de Castro, de 1825); el segundo para el peruano Lobus Saltana. (Fig. 4)


Apenas en los años cincuenta del siglo XX el nombre de Drexel empieza a interesar en la historiografía del arte latinoamericano. En Estados Unidos, no pasa de ser un artista de importancia muy secundaria, merecedor de una breve nota en el Dictionary of American Painters, Sculptors, Engravers, de Mantle Fielding (1945). Si algún interés despertaba este pintor era por su condición de retratista viajero y por haber abandonado la pintura a favor de las finanzas en 1837. En efecto, en 1916, se había publicado su Diario de un viaje por Sudamérica en una versión no comercial y veinte años después lo comenta y resume un pariente suyo, Boies Penrose en un artículo para el Pennsilvania Magazine, de octubre de 1936.


Sin embargo, ya en 1942, con motivo del centenario de la repatriación de los restos de Bolívar desde Santa Marta, en la primera exposición iconográfica organizada en Venezuela, en buena parte con fotografías enviadas desde Perú, Ecuador, Bolivia y Colombia, más algunas piezas originales del patrimonio nacional, en la sección correspondiente a Ecuador, se advertía que un retrato atribuido a Antonio Salas, llevaba una inscripción: copia de Drexel. Y otro, también atribuido a Antonio Salas, perteneciente al entonces presidente de la Municipalidad de Quito, el Sr. Pérez y Pérez, por la foto que se conserva en el Museo Bolivariano de Caracas, podría vincularse con el mismo modelo. [5] De estos años data el inicio del interés del caraqueño Alfredo Boulton -empresario, coleccionista, fotógrafo y crítico de arte- por la iconografía de Bolívar.


Fig. 7. Bolívar, por Francis M. Drexel, 1827 (Casa de La Libertad, Sucre, Bolivia. Foto de Omar Esquivel Ortiz)


Entre 1952 y 1953, en la Casa de la Libertad, Sucre (Bolivia), fue identificado un retrato de Bolívar por el artista e investigador peruano Joaquín Ugarte y Ugarte, por la firma F.M. Drexel y fechado en 1827 (Fig. 7). Publica su descubrimiento y entusiasmo en dos artículos [6]; también descubre, en La Magdalena de Lima, un retrato firmado por [Antonio] Salas P[inxit: Pintó] Quito año 1828, pero que al ser reentelado, se anotó al dorso: Gnl. Bolívar Painted by P. Salas, from an original by Drexel. General Bolívar 1er. President of Co[lo]mbia.


En Santiago de Chile, en el Palacio de La Moneda, Ugarte y Ugarte confirmó la autoría de Drexel de un retrato de San Martín, a quien el retratista no conoció y que realizara para Bernardo O´Higgins en Lima. Años después da un resumen sobre la trayectoria de este, hasta entonces, desconocido retratista -por lo menos para el público y la historiografía artística hispanoamericana- a partir de quien primero se ocupó del pintor, Boies Penrose (1936). [7]


Fig. 6. Bolívar, atribuido a Drexel (Col. Martín Pérez Mato, Caracas. Foto El Farol) 


En 1955, la revista de la Creole Petroleun Corporation, reproducía en su portada un retrato de Bolívar, perteneciente a Martin Pérez Matos (Fig. 6), y como primer artículo “Francis Martin Drexel, pintor de retratos de Bolívar”, de Miguel N. Benisonich, en una traducción realizada por Mary de Pérez Matos [8]. Al año siguiente sale publicada la primera edición del fundamental libro de Alfredo Boulton Los retratos de Bolívar de 1956, en el cual incluye una catalogación pormenorizada de obras vinculadas al modelo Drexel, pero que él se empeña en denominar “Anónimo de 1825”.


En el catálogo de Boulton hay una treintena de obras relacionadas con este modelo al que considera la tercera imagen de las seis que mayor influencia han tenido en la iconografía bolivariana: es el óleo perteneciente entonces a Rafael Pérez y Pérez, en Quito (desde 1965, en el Congreso Nacional de Venezuela), y que se atribuía a Antonio Salas, el más reconocido retratista de la primera mitad de siglo en Ecuador (Fig. 2). Boulton describe ese nuevo rostro así: (…) Busto prolongado, que fue de mayor tamaño. Cabellera abundante, frente alta y despejada, patillas curvas, cejas arqueadas, mirada algo triste, ojeras pronunciadas, oreja larga y lobulada. Boca delgada, con hoyuelos a sus extremidades. Carrillos tallados, quijada delgada que remata en barbilla circular. Uniforme azul, cuello semiabierto en forma de “Y” que permite ver la corbata alta, negra, de filete blanco que llega hasta la barbilla [el “filete blanco” es, en realidad, la camisa blanca], voluminosas charreteras de General en Jefe. Pasamería profusa que bordea la abotonadura central y sube hasta detrás del cuello. (…) [9]


Ciertamente, Boulton tiene razón al sostener en el título de esta sección de su catálogo, que este óleo ha sido también, tal vez, el que más ha confundido a los técnicos. Incluyéndolo a él, digo yo.


Considero que hay cuatro aspectos innovadores en términos absolutos en la iconografía de Bolívar con la llegada de Drexel: 1.- retoma el uniforme de cuello simple, sin vuelta, en contra del nuevo con vuelta que impondrá el modelo de José Gil de Castro, pero la manera de presentar las charreteras -con largos alamares y la pala de la caponera prolongada hasta el cuello-, así como la misma casaca con pasamanería y botonadura central, con quiebres propios de un drapeado (ausente en el resto) es original pues rompe con la planitud tradicional; 2.- la pronunciada calva, en semicírculo, con profundas arrugas y la desaparición del coup de vent, en un rostro alargado, moldeado con fuertes contrastes de luz; 3.- la pose con brazos cruzados que sólo reaparecerá en retrato posado con José María Espinoza un año después; 4.- el uso de un fondo neutro pero valorizado mediante luces y proyección de sombras, es otro de sus rasgos distintivos.


Ante este retrato, Boulton expresó un juicio excepcional: obra de sobresaliente mérito [10]. Y así trató de convencer al lector de que era la “cabeza de serie” de todos los retratos de Drexel: Es bien sabido que cuando se estudian varios trabajos que representen una misma imagen y uno de ellos es la obra auténtica, ésta justamente será aquella donde se hallen reunidos los rasgos de mayor semejanza; y en el caso presente es cabalmente en el óleo anónimo donde encontramos esa condición. Por tal razón creemos que el lienzo de Pérez y Pérez [hoy del Congreso Nacional de Venezuela] sea el original, pues su calidad y belleza plástica, su parecido ajustado a la verdad –absoluto y definitivo- se encuentran ahí destacados, y en cambio ausentes en los otros dos [el descubierto por Ugarte y Ugarte en Bolivia, firmado y fechado, y el mismo de Pablo Rojas de Lima]. Al estudiar las tres imágenes se observa, salta a la vista, cuál tuvo que ajustarse a la tarea de imitar y cual tuvo la libertad en la ejecución y en la composición del tema. Comparándolos minuciosamente –la técnica y plasticidad- se llega a concluir que el autor anónimo [Francis Martin Drexel] es su creador, y que Rojas y Salas se guiaron por él para hacer copias que conocemos. En Rojas, sobre todo, se nota el sometimiento a que fue subordinado y cómo fue errático e inseguro en su resultado. (…) No pecaríamos de exagerados en decir que [Francis Martin Drexel] es uno de los retratistas de Bolívar de mayor conocimiento técnico. [11]


En el caso de Pablo Rojas, hay un rostro subyacente que sería el originalmente pintado -con bigotes y en menor tamaño-, sobre el cual, con posterioridad, alguien le encajó el rostro modelo Drexel [12]. En esto coincide la observación de Boulton con la de Joaquín Ugarte y Ugarte, como dentro de poco veremos. Respecto de Salas, ya he reseñado que desde 1942, por lo menos según catálogo de la exposición iconográfica en Caracas, había conocimiento de que se servía del modelo de Drexel, y en un caso específico quedó inscrita esa relación de dependencia. El resto de la argumentación de Boulton es, por decir lo menos, forzada y con numerosos puntos frágiles, pues estamos en un terreno hipotético, el del atribucionismo donde es fácil pecar de racionalizador. Sin embargo, es útil para la historia del arte pues revela el nivel de conocimientos de la época.


Boulton sostiene que, si el artista cuenta con una mayor habilidad técnico-artística, la apariencia natural resulta más fiel; en consecuencia, como este retrato revela esas cualidades académicas, ausentes en otros retratos de artistas conocidos, Bolívar ha debido haber posado para él. Ni lo primero ni lo segundo pueden hoy sostenerse. Lo primero porque los artistas de época -empezando por el tan elogiado José Gil de Castro, para quien Boulton cree que Bolívar posó- hizo su retrato partiendo de otro, es decir, hizo una interpretación de sus rasgos fisonómicos; y lo segundo, de haber existido ese anónimo, han debido haberse encontrado otros retratos, no de Bolívar, pero sí con la misma calidad académica que revelaran la presencia de un pintor desconocido; sin embargo, la historiografía del arte peruano no reconoce a otro artista con esas habilidades salvo a Drexel, de manera que no hay tal “Anónimo de 1825”.


Al respecto, evitando nombrar al autor de esta atrabiliaria denominación, el artista e investigador Joaquín H. Ugarte y Ugarte, luego de estudiar de cerca unos nueve ejemplares Drexel (entre originales, firmados o no; réplicas, copias e imitaciones) se atrevió a razonar así, en 1973: ¿Y quién pudo haber sido aquel pintor peruano o ecuatoriano cuya obra serviría de modelo al austríaco Drexel? Tanto en Quito como en Lima hubieron [sic] en aquella época destacados artistas nativos que ejercieron con fortuna el arte del retrato. Sin embargo, en nuestra modesta opinión, en ninguno de ellos –llámense José Gil de Castro, Pablo Rojas o Antonio Salas- comprobamos las calidades pictóricas y las características que muestran los retratos de Bolívar hechos por Drexel y que éste pudo haber copiado. Entre los mencionados, Gil de Castro [1826-1831] y Rojas [1825] tienen retratos bolivarianos con rasgos típicos de Drexel, pero hay que reconocer que los rostros del personaje en ambos cuadros fueron retocados con posterioridad, siguiendo el modelo Drexel. En cuanto a Salas, nos inclinamos a pensar solamente se limitó a copiar a ese artista después de 1827.

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No cabe, por ahora, suponerse que el retrato que quizá sirvió de modelo a Drexel fuese obra de algún buen pintor extranjero que visitara el Perú entre 1825 y 1826, pues no existe el menor indicio de su existencia. [13]


En cuanto a esta fecha dada por Boulton, 1825, es una simple petitio principii, es decir una falacia de tipo lógica para explicarse un rostro tomado de Drexel en un cuadro que ha sido documentado en 1825, el de Rojas. Pero está más que establecido que Drexel llega luego de esa fecha, en diciembre de 1826; no conoció a Bolívar y que sus dos primeros retratos son de 1827. Más todavía, que por la situación política (la reacción antibolivariana) el pintor ha debido tomar sus precauciones por recomendación de personas conocidas –tal como queda registrado en su diario-, lo cual me hace pensar en la posibilidad de que otros retratos no los firmara. No todos eran como José Gil que se publicitaba con cada retrato.


Lo propio de los artistas viajeros para conseguir clientes, era ofrecer sus servicios a través de la prensa escrita. De Drexel, quien seguiría su ruta desde El Callao hacia Valparaíso el 7 de julio de 1827, se ha conseguido el siguiente aviso: DON FRANCISCO M. DREXEL. RETRATISTA, reconocido á los grandes favores que ha recibido de Valparaíso, tiene la honra de presentar los servicios de su profesión, á todos aquellos que deseen ocuparlo oportunamente, antes de su partida á Santiago que será la semana siguiente. Se le encontrará todas las tardes en su casa de las 2 á las 3, la que está situada en el Monte Alegre y pertenece al Capitán Ross. Valparaiso, octubre 2, 1827. [14]


En fin, Santiago, La Serena, Coquimbo, Arica y sigue por tierra hasta la Paz y Puno (Bolivia); permanece un tiempo largo en Arequipa, desde el 31 de octubre de 1828. En julio de 1829 regresa a Valparaíso y Santiago, y se reintegra a Estados Unidos en enero de 1830. Más allá de su incidencia en la iconografía bolivariana, un retratista que recorriera cuatro países hispanoamericanos durante cuatro años, realizando unos 116 retratos al óleo y 61 miniaturas a la acuarela, merece ser estudiado y expuesto, como el primer pintor viajero en visitar Perú, a semejanza de lo realizado en México, Colombia, Venezuela, Chile o Brasil con algunos de los suyos. Entre los retratados por Drexel estuvieron personalidades como Bernardo Roca (futuro presidente en Ecuador), Tomás Cipriano Mosquera, Intendente de Guayaquil; Ramón Castilla (futuro presidente del Perú), o Francisco Antonio Pinto Díaz, presidente interino en Santiago de Chile. [15]


Prueba del interés que despierta este pintor es la revelación reciente desde Colombia. Como señalé, el primer retrato de Bolívar pintado por Drexel fue para el comerciante inglés John Beggs. Pues bien, a mediados del siglo XIX, el pintor y coleccionista holandés Thomas Stuart Smith lo adquirió de Beggs en Londres.


  

Fig. 8 y 3.- Bolívar, por Francis M. Drexel, 1827 (The Smith Art Gallery and Museum, Stirling, Escocia. Foto Revista Semana, Bogotá, antes y después de la restauración) 


A la muerte de este coleccionista en 1869, dejó fondos para una edificación que resguardara su colección, inaugurada finalmente en 1874: The Smith Art Gallery and Museum, en Stirling, Escocia. El historiador holandés Sytze van der Veen descubrió en el depósito de este museo el retrato de Bolívar, pintado por Drexel (Fig. 8 y 9), logró que se restaurara y exhibiera, para incluirlo en su libro La Gran Colombia y la Gran Holanda, 1815-1830. Una relación de sueño y realidad (Bogotá, Banco de la República, 2018). [16]


En conclusión, considero que el retrato de Bolívar que perteneciera al señor Rafael Pérez Pérez en Quito, y que hoy forma parte del patrimonio del Palacio Legislativo de Venezuela en Caracas, no debe seguir siendo exhibido y divulgado como de autor anónimo –según propusiera Alfredo Boulton en 1956- sino como realizado por el pintor austríaco-americano Francis Martin Drexel en 1827.


* Extracto del capítulo “La imagen pictórica de Bolívar en Perú”, del libro Bolívar, la tea de la discordia. Artes visuales y bolivarianismo. (Obra inédita. Por publicarse)

 

Notas:

1. Las primeras noticias sobre este retratista se remontan a un artículo de 1936, de Boies Penrose, “The Early Life of F. M. Drexel 1792-1837. The Peregrinations of a Philadelphia Painter-Banker”, en Pennsilvania Magazine, octubre de 1936, basado en una edición privada del diario de viaje en 1916. El pintor viajero Drexel sacó cuentas al cabo de su viaje: había ganado, más o menos, unos 22.000 dólares, de los cuales destinó 12.500 para su familia. En gastos de viaje, unos 3.000, y una pérdida de 6.300 por los retratos que no fueron pagados por desacuerdos con el mandante.


2. Handwritten original and typed of Journal of Trip to South America by Francis M. Drexel 1826-1830, p. 13 (Drexel University Archival Collections) Consultado el 1 de abril de 2022. La obra de la Municipalidad es la de Pablo Rojas, pero carecía de firma y él supuso fuese Gil, el retratista más renombrado.


3. Handwritten original and typed of Journal of Trip to South America by Francis M. Drexel 1826-1830, p. 23 (Drexel University Archival Collections)


4. En 1824, Bolívar obsequió una miniatura al cónsul norteamericano John B. Prevost quien remitió la imagen a Filadelfia; ésta sirvió de base para dos ediciones como grabado, una por C. G. Childs y S. C. Atkinson en 1825, y esta segunda que ordenara Drexel antes de emprender su viaje en 1826. Cfr. Natalia Majluf Brahin, “111-115 Simón Bolívar”, en Natalia Majluf Brahin (Ed.) José Gil de Castro. Pintor de libertadores. Lima, Biblioteca del Perú (Colección Bicentenario), 2015 [Catálogo razonado de la obra del pintor, para la exposición homónima en el Museo de Arte de Lima y en el Museo de Bellas Artes de Santiago de Chile], pp. 348-349, con fuente en Boulton, El rostro de Bolívar. Caracas, Ediciones Macanao y Alfredo Boulton, 1982.


5. Me ocupo de esta exposición en mi texto “Aciertos y equívocos en la iconografía de Bolívar”, en el libro Bolívar, la tea de la discordia. Artes visuales y bolivarianismo (Por publicarse)


6. Joaquín H. Ugarte y Ugarte, “En torno a un retrato del Libertador Simón Bolívar”, en El Comercio, Lima, 25 de marzo de 1952; y “Fue descubierto en Sucre [Bolivia] el mejor y más auténtico retrato de Simón Bolívar”, en El Diario, La Paz, 12 de abril de 1953. Ese retrato habría sido adquirido en Londres, en 1926, por Mamerto Urriolagoitía Harriage. Este personaje ejercía como Cónsul y Encargado de Negocios de Bolivia y llegó a ser Presidente de su país (1949-1951). No queda claro si es él quien lo obsequió a La Casa de la Libertad, pues en su último trabajo sobre Drexel (1973), Ugarte dice que el cuadro pertenecía al sabio peruano Mariano Eduardo, de Sucre, y lo habría obsequiado a la Sociedad Geográfica, cuya sede estaba en la Casa de la Libertad. Según Boulton, ese retrato sería una copia, no un original, sin haberlo visto; en cambio, el que sí ha visto, firmado y fechado, que fuera de la familia Armero, y entonces del Dr. Enrique Dammert Elguera, en Lima, es una réplica del que se haya en Bolivia [Sucre] y una magnífica pieza de valor histórico y artístico (Los retratos de Bolívar. Caracas, Italgráfica, 1956, p. 134). Evidencia un juicio bastante caprichoso, de simple oportunismo, para congraciarse con un coleccionista privado.


7. Joaquín H. Ugarte y Ugarte, “Peregrinaje de un artista tirolés en Sudamérica. Drexel, un pintor ignorado”, en La Prensa, Lima, 28 de julio de 1957.


8. El Farol, No. 158, Caracas, julio de 1955, pp. 2-5. Este artículo se basa en el de Boies Penrose pero las ilustraciones incluyen dos retratos que no corresponden a Bolívar. En su última parte, la más atendible, refiere una serie de grabados que circularon con imágenes apócrifas de Bolívar, sólo por la fama del personaje en Europa y Estados Unidos.


9. “III.- Grupo del “Pintor anónimo de 1825”, en Alfredo Boulton, Los retratos de Bolívar, p.132. La atribución al pintor Antonio Salas se fundamentaba en que su anterior propietaria, María Manosalvas, era sobrina nieta del pintor Juan Manosalvas, discípulo de Salas. En 1965, el retrato fue adquirido por el gobierno venezolano, gracias a una sugerencia de Alfredo Boulton Pietri a su primo y senador Arturo Uslar Pietri quien hizo la propuesta al Congreso Nacional. Fue restaurado entonces por Carlos F. Duarte; la más reciente restauración es de Fernando de Tovar. Con la Enciclopedia del arte en América. Buenos Aires, Editorial Bibliográfica Argentina, 1968 (Dos tomos de historia y tres de biografías), bajo la coordinación de Vicente Gesualdo, la figura y trayectoria de Drexel entran definitivamente en nuestra historiografía artística.


10. Alfredo Boulton, Los retratos de Bolívar, p. 78.


11. Alfredo Boulton, Los retratos de Bolívar, pp. 79-80. He identificado a propósito este anónimo con Drexel por cuanto, el mismo Joaquín Ugarte y Ugarte, el experto peruano en este pintor, aceptó la atribución a Antonio Salas.


12. Trato de este pintor en el mismo capítulo al que pertenece el presente extracto, “La imagen pictórica de Bolívar en Perú”, en el libro Bolívar, la tea de la discordia. Artes visuales y bolivarianismo (Por publicarse)


13. Joaquín H. Ugarte y Ugarte, El pintor tirolés Francis Martin Drexel (1792-1863) en la iconografía bolivariana. Lima, (¿edición del autor?), 1973; p. 18. Este texto sirvió de ingreso del autor a la Sociedad Bolivariana de Lima. Con 25 ilustraciones. Si llegó a conocerlo, Boulton nunca se refirió a él, a pesar de tener amistad con el autor, de quien recibiera un retrato de Bolívar por José Gil de Castro en 1960.


14. El Mercurio de Valparaíso. Periódico mercantil, político y literario, No. 7, Valparaíso, 3 de octubre de 1827, repetido en el No. 12, del 12 de diciembre de 1827 (VER versión digitalizada); también citado de manera incompleta en Roberto Hernández C., Valparaíso en 1827 (con un apéndice sobre la época) Una reseña histórico local con motivo del centenario de “El Mercurio”. Valparaíso, Imprenta Victoria (Chacabubo 79), 1927; p. 323.


15. Según el catálogo incluido por Boulton sobre Drexel, que él identifica como “Anónimo de 1825”, entre originales, réplicas, copias y derivaciones de su Bolívar, habría 9 retratos en Quito, 6 en Caracas, 4 en Quito, 2 en Bogotá, 2 en Potosí, 1 en Sucre, 1 en Santiago, 1 en Washington, 1 en Viena; a lo que habría que sumar el descubierto en Stirling, Escocia. En tanto que en la Universidad de Drexel, Pensilvania, se conservan 38 retratos entre los cuales hay uno de Bernardo O´Higgins y otro de Antonio José de Sucre. Cfr. Alissa Falcone, “Hidden Treasures: América’s First Drexel”, en Drexel Quarterly, 22 de enero de 2020; VER


16. Cfr. Sytze van der Veen, El retrato desconocido de Bolívar, en revista Semana, Bogotá, 31 de marzo de 2022 [23-04-2019]. VER


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